El Vals Eterno de Rowena

Fantasy 35 years old and up 2000 to 5000 words Spanish

Story Content

En el reino de Aevum, un lugar donde la magia se entrelazaba con la vida cotidiana, vivía la duquesa Rowena, una mujer de porte elegante pero corazón ambicioso. Sus cabellos grises como el acero reflejaban la frialdad de sus intenciones, y sus ojos, de un azul pálido, parecían escrutar el alma de quien osara cruzar su camino.
La Reina Isabella, consorte del Rey Randolph, había fallecido hacía años, dejando un vacío en el corazón del rey y una corte llena de incertidumbre. Doce princesas, hijas del rey y la reina, intentaban mantener viva la alegría en el castillo, pero la sombra de la pérdida era demasiado alargada.
El rey, abrumado por el dolor y las responsabilidades del reino, buscó refugio en su prima, la duquesa Rowena. Le encomendó la tarea de educar a sus hijas, transformándolas en damas dignas de la realeza. Pero Rowena albergaba secretos oscuros, alimentados por una ambición desmedida: el trono de Aevum.
Desde el momento en que puso un pie en el castillo, Rowena impuso su disciplina férrea. Ropa gris y austera reemplazó los coloridos vestidos de las princesas. La música, la risa y los juegos fueron prohibidos. La duquesa, con su fiel sirviente Desmond siempre a su lado y su inquieto mono Brutus observándolo todo, convertía la vida de las jóvenes en un calvario.
Las princesas, sin embargo, encontraban consuelo en un mundo secreto: un pabellón mágico al que accedían a través de una entrada oculta. Allí, bajo la luz de las estrellas, podían bailar libremente, recuperar su alegría y mantener viva la memoria de su madre. Ignoraban que la duquesa Rowena, impulsada por Brutus, sospechaba de sus escapadas nocturnas.
Un día, Rowena descubrió el secreto del pabellón. Con astucia, ideó un plan para atrapar a las princesas y apoderarse del reino. Ordenó a Desmond destruir la entrada al pabellón, dejando a las jóvenes atrapadas en ese mundo mágico. Luego, mintió al rey, asegurándole que sus hijas habían huido, abandonándolo a su suerte.
Con el rey Randolph sumido en la desesperación, Rowena se proclamó Reina regente, gobernando con mano de hierro. El castillo, antes lleno de vida, se sumió en un silencio gris y opresivo.
Pero las princesas no se rindieron. Con valentía y astucia, lograron escapar del pabellón mágico. Regresaron al castillo dispuestas a enfrentarse a Rowena y reclamar su legítimo lugar.
En una confrontación final en la sala del trono, Rowena, consumida por la ira, intentó desatar un hechizo sobre las princesas. Pero la magia, caprichosa y poderosa, se volvió contra ella.
Un torbellino de luz dorada envolvió a Rowena. De repente, se encontró bailando sin control, incapaz de detenerse. Un vals frenético y eterno, una condena por su ambición y su crueldad.
Desmond, al intentar ayudar a su Reina, fue atrapado también en el hechizo, condenado a bailar junto a ella por toda la eternidad. Brutus, testigo de la caída de su ama, saltó tras ellos en un intento desesperado, el eco de sus chillidos marcando su salida del salón del trono.
Las princesas liberaron al Rey Randolph del veneno que Rowena le administraba. Con su padre recuperado y su reino a salvo, restauraron la alegría y la esperanza en Aevum. El gris silencio fue reemplazado por música y baile, celebrando la victoria del bien sobre el mal, la fuerza del amor familiar y la memoria imborrable de la Reina Isabella.